23.6.08

Sí a las retenciones, exijamos la distribución.





Y vos,
no te dejes engañar.

Por qué sí a las retenciones:
La primera cuestión que uno debe responder es si se está de acuerdo o no con que el Estado intervenga en la economía. El neoliberalismo le niega esa atribución y a grito pelado reclama por la libertad del mercado y promete la llegada de una mano invisible que todo corrige y que tarde o temprano distribuirá la riqueza. Claro que la espera ha sido muy larga y la promesa incumplida: el resultado es el hambre de millones y unos pocos privilegiados.
A propósito de esto, no parece coherente por un lado reclamar la intervención del Estado (por ejemplo en el mantenimiento del dólar alto o la aplicación de subsidios) y por el otro glorificar la abstención.
En este Estado Capitalista las retenciones móviles son un instrumento, si bien no el único, que sirve para la captación de la “renta extraordinaria” y en menor medida para el control de los precios internos de los alimentos exportables, pues de otro modo, el grueso de los productos que debieran estar en la mesa de todos los argentinos, se elevarían hasta equipararse con los precios del mercado internacional.

Por qué llamamos a exigir la distribución:
La razón es muy sencilla y radica en que durante los cuatro años de Néstor Kirchner y lo que lleva en transcurso Cristina F. K., más allá de la grandilocuencia discursiva y la evocación apócrifa de los símbolos setentistas, el gobierno no demostró nunca una voluntad real de distribuir la riqueza. En términos generales y actualmente, la apropiación de la riqueza entre capital y trabajo se ubica más o menos igual que el de los años noventa (74% al capital y 26 % al trabajo), fíjense qué locura.
Las cifras cuestionadas del Indec, aun cuanto proclaman el descenso de la desocupación, se vacían de contenido cuando ese empleo es, en su mayoría, precarizado y en negro, y la inflación constante golpea el bolsillo de los asalariados.
Todo esto exige, nos exige, un esfuerzo constante para torcer al gobierno hacia un rumbo que no tiene en sus planes. Tenemos que exigir una nueva discusión y política en materia petrolera, que permita el control efectivo sobre las empresas extractivas y la captación de las rentas extraordinarias que se están produciendo por el aumento del “barril de crudo”. Tenemos que dar una nueva discusión y nueva política en materia tributaria, que se traduzcan realmente en una progresividad de la contribución, que paguen más impuestos quienes más ganan y que se rebajen los gravámenes a los artículos de consumo popular.


Los errores del Gobierno…
Lo dicho se explica por la simple razón de que detrás de las medidas de las retenciones móviles no hay un sostén ideológico –o sin pedir tanto- una voluntad política “distributiva”, sino que responden a un manotazo recaudatorio, a fin de ampliar las arcas que le permitan por un tiempo sostener el modelo económico y su posición en el gobierno.
Justamente este vacío llevó a que en el momento de aplicar la medida, no se contemplaran los distintos niveles de rentabilidad en el agro -la simple y clara diferenciación del pequeño productor y de los grandes beneficiados- y logró, por esa mala política, que actores irreconciliables en otros tiempos, se unificaran detrás de una misma bandera que tristemente recibió el nombre mediático de “El campo”.
Tarde, muy tarde, y producto de estas tensiones, el gobierno salió a inventarle fines distributivos a la recaudación de esta renta, cuando el superávit de caja le permitía hacerlo con anterioridad sin necesidad de esperar ese dinero y cuando todavía resuena el anuncio, mezcla entre trágico y cómico, de la construcción del “Tren Bala”.

y la reacción conservadora.
Pero estos cuestionamientos no nos pueden enceguecer.
Detrás de esta “supuesta lucha legítima del agro contra la voracidad del gobierno nacional” y que oculta la intención de que los grandes beneficiados no paguen impuestos cuando circunstancias extraordinarias los llevan a enriquecerse en un país desigual; detrás de todo esto, no es casual que se encuentren accionando los grandes grupos económicos que están muy lejos de pensar, como dicen, en el país. ¿Alguien puede creerle a la Sociedad Rural , a Carbap y a Coninagro su compromiso "patriótico"? A l a Federación Agraria la historia le pedirá explicaciones por haber forjado esta alianza con los más conservadores del sector.
Por eso no sorprende que en la “lucha del agro” no se cuestione a las comercializadoras multinacionales que controlan toda la exportación de granos, ni al oligopolio que Cargill, Monsanto, Nidera y Grobocopatel tienen sobre el mercado de fertilizantes y granos, con sus derechos de patentes. Tampoco sorprende el rol lamentable que han cumplido en este conflicto los medios masivos de la (des)comunicación, a cuya cabeza se montó el Grupo Clarín, vocero oficial del “lock-out” y defensor de sus medidas.
En este marco, se aliñan detrás del discurso de los poderosos, los sectores activos de la derecha encabezados por Macri, Carrió y al mismo tiempo resucitan en el parque jurásico del peronismo, los De La Sota , los Duhalde, los Rodríguez Saa, los Menem.

Si la Sociedad Rural, los Menem, Monsanto, Carrió, Carbap, Macri, el Grupo Clarín, Duhalde, Nidera, Coninagro, los Rodríguez Saa, el diario La Nación y Cargill, si todos ellos son "EL CAMPO", nosotros no podemos estar con ellos.
Es el momento de expresarse y ser claros.
SI A “TODAS” LAS RETENCIONES, EXIJAMOS AL GOBIERNO LA DISTRIBUCIÓN
FRENEMOS A LA DERECHA.

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